En esta nueva entrevista Desde la Rebotica queremos presentarles a Ángel Salvador Velasco, un inquieto farmacéutico cuya curiosidad le ha llevado a la investigación histórica y, de ahí, a la Real Academia de Veterinaria de España. ¿Cómo un farmacéutico puede llegar a ser académico correspondiente de la RACVE? La respuesta la encontrarán en esta entrevista.
De la Universidad a la Montaña Palentina
- Ángel, su interés por la farmacia ¿es por vocación o por tradición familiar?
Estudié farmacia en la Universidad Complutense de Madrid y terminé el año 1983. En mi caso, no estudié farmacia porque tuviera antecedentes familiares. Lo que sí había en mi familia era una tradición de trato con el público con la que yo quise continuar. De hecho, ya a lo largo de mi carrera me oriento hacia la oficina de farmacia -lo que hoy conocemos como farmacia comunitaria-.
- ¿Qué hizo cuando terminó sus estudios?
No tenía experiencia y no podía asumir la responsabilidad de un traspaso de una farmacia grande y urbana, así que busqué un pueblo en el que ejercer la profesión. Pudieron ser varios, pero el que más me convenció fue un pequeño pueblo de las estribaciones de los Picos de Europa. Se llama Salinas de Pisuerga y está en la bellísima montaña palentina. Esto fue lo que me puso en contacto con el mundo de la farmacia y con el medicamento de uso veterinario.
- ¿A cuántos habitantes daba servicio?
Desde Salinas yo le daba servicio a unos mil habitantes. Los meses de verano la población aumentaba. Yo quería ser el farmacéutico de mi pueblo y vivía en ese pueblo. Tenía muy buena relación con el médico del pueblo, Francisco Valencia, con quien me reunía diariamente y hacíamos nuestras charlas de rebotica a las que se luego se unía el enfermero. Era una época muy bonita, pero también es cierto que esos seis años no tuve vacaciones. Sin embargo, en aquella farmacia senté las bases para mi futuro.
- ¿Recomendaría a farmacéuticos recién licenciados que siguieran sus pasos?
Yo allí aprendí muchísimo y también sentí el agradecimiento de sus gentes. La farmacia rural es el paradigma de negocio privado de interés público y una manera para que un joven dé los primeros pasos en la profesión y se forje, para luego poder dar el paso a farmacias de mayor facturación.
Un farmacéutico con interés veterinario
- ¿Cómo empieza su conexión con el mundo veterinario?
En las estribaciones de los Picos de Europa la ganadería extensiva es algo normal: vacas, terneras, chotos, caballos,… Estamos hablando de que hace 32 años era la única farmacia que había en el pueblo, así que en el momento que había una urgencia se iba a buscar al farmacéutico a su casa. Eran bastantes más las llamadas de urgencia necesitando medicamentos para complicaciones que había habido en el parto de una vaca o en enfermedades de animales, que para las personas.
- ¿Qué ocurre cuando termina esa etapa en una farmacia rural?
Cuando regresé a la ciudad, en este caso trabajé en una farmacia de la localidad madrileña de Alcorcón. El desempeño de mi profesión era muy diferente: tienes tu horario, haces las guardias de 24h los días que te corresponden… Llega un momento en el que quise enriquecer mi currículum.
De una farmacia real a la Real Botica
- Y, ¿cómo enriquece su currículum?
Quince años después de salir de la facultad, llegué a la antigua cátedra de Historia y Legislación Farmacéutica. La que luego sería mi directora de tesis, María Luisa de Andrés Turión me preguntó ¿Qué crees que nos puedes aportar? Y le dije «creo que sé algo más que mis compañeros sobre los medicamentos de uso animal». Fue ella quien me propuso estudiar el medicamento que la Real Botica elaboraba para tratar a los caballos de la Real Caballeriza.
- ¿En qué consistió su investigación?
En la Real Caballeriza estaban los caballos que directamente llevaba el Rey y que transportaban las carrozas del Rey, su familia y sus empleados. Mi investigación, por tanto, se realizó en los archivos del Palacio Real y de ahí salió la tesis «Medicamento de uso animal. Nexo de dos reales instituciones: Real Caballeriza y Real Botica». Estudié un periodo muy importante tanto para la Farmacia como para la Veterinaria: la Ilustración. En este tiempo la Boticaría pasa a ser la Farmacia y la Albeitaría pasa a ser Veterinaria.
De la Botica a la Farmacia
- ¿En qué consiste esta evolución de la Botica a la Farmacia?
Los mancebos aprenden el oficio de un maestro boticario; después pasan a oficial y, mediante un examen ante el Real Tribunal del Protomedicato, pasa a ser maestro boticario y puede ejercer la profesión en cualquier punto del reino. Esto es exactamente igual a lo que pasó en la albeitaría -que es como se conocía a los veterinarios- que tras aprender el oficio, debían pasar un examen ante el Real Tribunal del Protoalbeitarato.
- Entendemos que este hallazgo es el que le acerca al mundo veterinario
Sí, mi tesis abarca 3 reinados y en ella se reflejan los medicamentos que se elaboraron durante esa época. Pero también tiene un cuarto capítulo, que para mí es el más importante: la contribución a la Historia del Real Tribunal del Protoalbeitarato y de la Real Escuela de Veterinaria de Madrid. Estas son aportaciones inéditas que los veterinarios valoran especialmente y empiezan a convocarme para congresos en los que mi trabajo es muy recibido.
- Y usted ha continuado estudiando la Historia Veterinaria en España desde entonces, ¿verdad?
Estudiar la Historia de la Veterinaria en España se ha convertido en una pasión y se lo he transmitido a mi mujer y a mi hija. hemos impartido una conferencia sobre los edificios de la Escuela de Veterinaria de Madrid que se funda en 1793, que se encontraba donde, a día de hoy, se levanta la Biblioteca Nacional de España.
Incorporación a la Real Academia de Ciencias Veterinarias
- Pero, Ángel, es usted también Doctor en Veterinaria, ¿cómo sucede?
Después de mi doctorado en Farmacia, hago un segundo en Veterinaria, lo que me acerca más a esa otra rama. El título de esta otra tesis es «El Inicio de la Veterinaria en España: de la Ilustración al Liberalismo» y estuvo dirigida por Miguel Ángel Vives. A partir de ahí, donde me llaman allí acudo: universidades, colegios profesionales,… Además, colaboro con frecuencia en la revista del Consejo General de Colegios Veterinarios.
- El lunes 23 de Octubre es usted nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España, ¿qué significa este nombramiento para usted?
En mi discurso de presentación dije «Me siento emocionado y abrumado». Los componentes más sobresalientes de la profesión veterinaria forman parte de la Real Academia de Ciencia Veterinarias de España y verme cercano a ellos es para mi motivo de orgullo. En este caso, mi nombramientos ha sido la sección 5ª, que se encarga de la Historia y la Deontología Veterinarias.
El día a día detrás del mostrador
- ¿Sigue ejerciendo como farmacéutico?
Esto es la parte ocio, la parte de negocio viene de mi farmacia en Valdemoro. Yo soy farmacéutico de mostrador y entiendo la farmacia como un negocio, pero también como un servicio en el que el consejo farmacéutico es valorado en función de tu valía.
- Se le ve una persona muy inquieta, ¿cree que la formación es importante?
Yo he hecho más de 80 cursos en atención farmacéutica, como, por ejemplo, el de Especialista en Ortopedia de Alcalá de Henares. Considero que esta formación es, a día de hoy, imprescindible para cualquier farmacéutico.
- ¿Todavía afronta retos en la farmacia?
Me he tenido que habituar al horario de 12 horas y a no estar presente todo el tiempo que está abierta, pero yo nunca estoy menos de 9 horas en la farmacia.
- ¿Cree que la profesión farmacéutica no está bien valorada?
El modelo de farmacia en la boca de mucha gente ha estado siempre en crisis, pero aquí seguimos. Yo creo que, aunque no podamos compararnos con otras profesiones sanitarias, sí que estamos bien valorados por la población. Lo que es cierto es que el medio rural siempre va a valorar más la farmacia que el medio urbano en el que hay una farmacia cada 250 metros.